Torpes, inoperantes, paniaguados, mantenidos, perezosos, aprovechados, contemporizadores y un sin fin de calificativos más son atribuibles a los "sindicatos oficiales", pero no por ello nuestros derechos dejan de estar amenazados.
Nuestras fobias y la repugnancia que podemos sentir hacia los que han comerciado con nuestros derechos pensando que la derecha no sería capaz de hacer tabla rasa con todo, deben de quedar temporalmente aparcados para mostrar con toda la energía y contundencia la radical oposición de la ciudadanía hacia la reforma laboral.
No hay tiempo que perder ni debemos desperdiciar ni una sola ocasión de mostrar nuestro frontal rechazo al reformazo neoliberal de este gobierno que apesta a naftalina fascista.
Nos vemos mañana en las calles.
El Economista. El Gobierno ataca a los sindicatos para restar éxito a las movilizaciones.
El Economista. El Gobierno ataca a los sindicatos para restar éxito a las movilizaciones.
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