La ciudadanía cada vez está más harta y lo que hace unos años era impensable se torna cada día una realidad cada vez más evidente e intensa. Cualquier acto de la familia real se torna un clamor contra una situación insostenible para un gran número de personas.
La injustificable existencia de una monarquía instaurada por un dictador resulta el blanco perfecto para unas protestas ciudadanas que ponen de manifiesto las crecientes desigualdades de la sociedad española.
¡Qué no ceje la movilización!
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