Parapetado en un discurso bien estucturado e interiorizado hasta la médula, por algo fue el registrador de la propiedad más joven de España, Rajoy ha sido capaz de cerrar los ojos ante el hostigamiento de todas las fuerzas parlamentarias y así no ver la realidad de un país al borde del colapso social, económico y financiero.
Con los jueces y fiscales manifestándose en las calles, con los profesionales de la sanidad y la educación al borde del amotinamiento, con seis de millones de desempleados de los cuales más de un millón y medio ya no tienen ningún ingreso, con unas perspectivas económicas desoladoras que apuntan a una recesión en 2.013 del 1,7%, con los salarios disminuyendo y el tsunami de la corrupción reventando las puertas de Génova 13, Mariano sigue viviendo en el mundo de las maravillas lisérgicas de su mayoría absoluta.
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